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Foto del escritorbajoinfinitasestrellas

Castillo de Andrade


Sobre un terreno rocoso, este maravilloso castillo domina las tierras del Eume, descansando entre bosques de eucalipto y pino y acompañado de grandes y verdes prados. Su visita es siempre toda una aventura que transporta en el tiempo.

Comenzó a construirse a principios del siglo 1369 por Fernán Pérez de Andrade III, El Bueno. Increíble todo lo que voy descubriendo sobre él y cómo poco a poco va a apareciendo y desapareciendo en la Historia de estas tierras tan suyas, tan cargadas de sucesos, guerras, enfrentamientos, luchas y grandes empresas. Así, pronto veremos que yace enterrado en el Monasterio de Monfero y que su nombre quedará por siempre ligado a la leyenda de Ponte do Porco, de la que os dejo el enlace: https://www.bajoinfinitasestrellas.com/post/ponte-do-porco-y-la-leyenda-de-roxín-roxal

El 8 de junio del mismo año en el que fue mandado construir, el prior del monasterio de Sobrado, fray Luis Esteban Seijas, y sus monjes, emitieron requerimiento protestando por las obras debido a que la Peña Leboreira, roca tallada a pico a 300 metros sobre el nivel del mar sobre la que se encuentra el castillo, estaba dentro del coto de Nogueirosa, que pertenecía al monasterio.

En 1377 el rey Don Enrique de Trastámara, como recompensa a los servicios prestados por Fernán Pérez le donó los terrenos que alcanzase con la vista desde el castillo, siendo 1380 la fecha de finalización de las construcción. Aún así, durante bastantes años estuvieron en conflicto con el monasterio hasta que alcanzaron un acuerdo, aceptando así los monjes la construcción del castillo a cambio de que Fernán Pérez abonase diez maravedís cada año por la ocupación del sitio.

(Me permito hacer este paréntesis porque, con cierta curiosidad he estado buscando en varias páginas a cuánto equivaldría un maravedí hoy en día y cito textualmente: " Un real eran 34 maravedíes. La peseta equivalía a 4 reales; es decir, 136 maravedíes. Un euro son 166,6 pesetas; o sea, 22157,6 maravedís.". Recojo la información de este foro: https://www.imperio-numismatico.com/t73821-a-cuanto-equivale-un-maravedi . Agradeciendo enormemente que, si algún lector tiene a bien confirmar o desmentir este dato, me lo deje en un comentario. Pues son pocos mis conocimientos al respecto).

Un dato muy importante a tener en cuenta es que este castillo no fue lugar de residencia, sino una fortaleza defensiva habitada por una pequeña guarnición, que entremos de paz no superaba los 40 o 50 hombres al mando de un alcaide. Viene ahora a mi mente la visita que hicimos a la Torre de Pontedeume, recuerdo que nos explicaron que era allí donde residían los nobles y que desde este castillo que ahora vemos, se establecía una fuerte vigilancia y protección.

Para los adultos, el precio de la entrada a fecha de esta visita es de 1€ y permite subir a lo alto de la torre desde donde las vistas son impresionantes. Además, te dan un folleto compuestísimo explicando toda su historia y arquitectura. Gran parte de la información que aquí voy escribiendo, la estoy tomando del mismo.



Si volvemos de nuevo a la cronología, veremos que sufrió la ira de las revueltas Irmandiñas en 1431 ya que era un fuerte símbolo del poder feudal y encerraba entre sus piedras la crueldad con la que Nuño Freire de Andrade, El Malo, trataba a sus vasallos. Esta primera revuelta se inició en las comarcas de Pontedeume y Betanzos llegando a los obispados de Lugo y Mondoñedo e incluso hsta el arzobispado de Santiago de Compostela.

Los irmandiños cercaron la fortaleza, pero no la tomaron y, sería el apoyo del rey -según consta en la Crónica de Juan II- el elemento clave para derrotarlo.

En 1467, ocurriría la segunda Guerra Irmandiña o Gran Guerra Irmandiña, que posiblemente fue la mayor revuelta europea de todo el siglo XV, propiciada por una insostenible situación de conflicto: malas cosechas, hambre, epidemias, la guerra civil de Castilla... Todo ello creó un caldo de cultivo en el que era patente el sentimiento de agravio acumulado por el pueblo.

En esta segunda revuelta, el castillo fue cercado y parcialmente destruido. La revuelta fue dirigida por Alonso de Lanzós junto a los lugartenientes de Pontedeume: Alonso de Casal y González Pillarte. En ese momento, Fernán Pérez de Andrade IV era el señor de Pontedeume y su hijo, Diego de Andrade, el teniente de la fortaleza. Ambos se vieron forzados a huir.

Una coalición nobiliaria derrotaría a Alonso de Lanzós, quien antes hiaba entregado Pontedeume y el Castillo de Andrade al arzobispo de Santiago, Alonso de Fonseca. Lanzós sería ajusticiado por Fernán Pérez de Andrade IV y recuperaría finalmente el castillo Diego de Andrade quien lo reparó con ayuda de sus vasallos.

Los Reyes Católicos, dispuestos a acabar con los abusos de poder, envían en el año 1480 un decreto a Fernando de Acuña, Gobernador y Justicia Mayor del Reino de Galicia en el que se ordenada: "(...) que todas las fortalezas y casas fuertes que vos entendiereis que son dañosas a la casa pública del dicho reino... las tomedes e derribedes no envargante que esen fechas con licencia nuestra."

Diego de Andrade se mostró fiel partidario de los Reyes Católicos y el Castillo de Andrade, como muchos otros, no fue destruido, pero cuando murió en 1492, dejó de estar habitado.

Con el paso de los años, se vino abajo la muralla del flanco izquierdo de la puerta y en 1929 fue reedificado al tiempo que el Ayuntamiento de Pontedeume arregla los accesos por carretera.

Finalmente, pasa manos de la Casa de Alba, heredera de Andrade y Castro, quien suscribe un acuerdo con el Concello de Pontedeume a finales de la década de los ochenta de siglo XX para admisnistrar su uso y disfrute sin afán de lucro.

(Un apunte arquitectónico a la luz de las cuatro imágenes superiores: las murallas en su parte interior tenían adosadas varias construcciones de planta baja con un alto. En la zona baja se alojaban las caballerías junto con otros servicios y en la alta se encontraban los alojamientos para el personal, ya que eran zonas más cómodas y funcionales para habitar que la torre.

El patio de armas era muy reducido, en él él se reunían las fuerzas, los criados y se realizaban algunas tareas domésticas. Contaba con cisterna-pozo del que aún se conserva un brocal que puede verse en la primera de estas cuatro fotos superiores, junto a la caseta en que se venden las entradas).

Si continuamos con su Arquitectura, veremos que lo componen: una torre del homenaje, el patio de armas y un recinto fortificado con puerta de acceso y puente levadizo rodeado de foso.

La torre del homenaje es de planta cuadrada de sillería de dos metros de espesor, diez de lado y veinte de altura con una única entrada de acceso que se encuentra a la altura del primer piso, como puede observarse en fotografías anteriores. Me gustaría traer a colación, que para mí, es importante que, en su mayoría se haya utilizado la madera. Hubiera preferido que no hubiese la escalera exterior, pero entiendo que ha sido necesaria para salvar el importante desnivel y poder acceder a la torre. Escribo esto pensando en el vecino Castillo de Narahío del que espero pronto poderos hablar.

Cada una de las esquinas de la torre coincide con un punto cardinal, lo que ha llevado a diversos estudios a afirmar que también realizaba las funciones de reloj de sol.

En su interior, al analizar los huecos donde estarían las vigas empotradas, se deduce que debió tener cuatro pisos destinados a: calabozo, cuerpo de guardia y habitación del alcaide.

La torre posee dos amplias ventanas al norte y oeste, horno, hogar y un canal de comunicación con el primer piso y, junto con el patio, está rodeada de un grueso muro de seis lados de sillería de 2,57 metros de espesor, apreciable principalmente en las tres primeras imágenes que abren la publicación.


Por unas estrechas e irregulares escaleras de piedra se accede al piso superior.

En él se conserva todavía la plataforma rodeada de almenas y matacones que eran los orificios por los que lanzaban materiales ardiendo, piedras y otros tipos de proyectiles.

Desde lo alto de la torre, las vistas son tan imponentes que llenan los ojos del verde de los eucaliptos, los pinos y los padres y también del azul intenso del cielo y el río Eume que da vida a estas tierras.

Si tienes un minuto, te invito a ver el REEL en Instagram y también a leer esta magnífica y sobrecogedora leyenda.


El castillo del hambre (LEYENDA)

Al pasar por delante de este castillo, todavía hay campesinos en el lugar que se santiguan diciendo: “Que Deus teña na gloria os que morreron no castelo da fame”. Una plegaria respetuosa que obedece a la romántica y cruel historia legendaria, transmitida de padres a hijos, entorno a un espantoso calabozo secreto que se dice existió en esta fortaleza y en el que dos jóvenes amantes fueron enterrados en vida. Fue a finales del año 1389, cuando este castillo estaba al cuidado de un alcaide robusto y fuerte, un tanto presuntuoso y enamoradizo, llamado Pero López. Un hombre violento y cruel que planificó y llevó a cabo la más horrible de las venganzas. Le había echado el ojo a la joven Elvira, doncella de la Señora de Andrade, pero ella no correspondía a sus atenciones pues tenía amores con Mauro, el paje favorito del Señor por tratarse de su hijo bastardo. Ambas circunstancias, ser el preferido de Elvira y del propio Conde, fueron poco a poco avivando las llamas del profundo odio que Pero Lopez llegó a profesar al joven Mauro. Una tarde, bajó al Pazo de la Villa a arreglar unos asuntos y allí vió a Mauro y a Elvira cuchicheando y sonriendo. Se burlaban del amor que la joven había inspirado al viejo alcaide y, a carcajadas, le miraban con desdén. Pero López, estremecido de rabia y de celos, les juró odio eterno y comenzó a maquinar su venganza, que a los pocos días llevó a cabo con la mayor sangre fría. Ayudado por Zaid, un exclavo negro que le obedecía ciegamente como un perro y que para mayor suerte era mudo, narcotizó y secuestró a los jóvenes amantes, trasladando sus cuerpos desmayados a un subterráneo escondido en la torre del castillo del cual muy pocos tenían noticia. Se accedía a él bajando unas pendientes y ruinosas escaleras que conducían a una reducida estancia, húmeda y oscura. Allí, una de aquellas paredes mohosas se abría, manejando un resorte habilmente ocultado, dando paso a una celda maloliente y repugnante. Frente a frente, contra dos de los muros del lugar, depositó los cuerpos de los amantes, ambos sujetos con cadenas y atormentados con mordazas de madera. Los dos jóvenes estuvieron mucho tiempo sufriendo el horroroso martirio de contemplarse en aquella situación de la cual no podían librarse. Mientras, el Señor de Andrade en vano intentaba dar con el paradero de su querido paje y de la doncella de su mujer, pero con el paso de los días fue haciendo caso a las habladurías del pueblo y creyendo que habían huido juntos. Al cabo de los meses, una mañana ya de verano llevaron al Pazo de la Villa a Pero López malherido. Había tenido una pelea con un escudero a causa de cierta hazaña que hiciera la moza de éste. Y cuando el Conde fue a verle a su lecho de muerte, escuchó del alcaide la confesión de su espantoso crimen, cuyos remordimientos le aterrorizaban en esa hora fatal de su vida: “Señor, os pido perdón. Fuí yo quien, por envidia y genio, enojado por el desprecio de Elvira, encerré en el subterránio de la torre a ella y a vuestro paje Mauro… Mi intención no era acabar con sus vidas, sino vengar mi corazón roto causando un profundo sufrimiento a los amantes. El esclavo negro les llevaba de comer, hasta que un día Mauro logró librarse de las cadenas y le atizó con el hierro dejándole malherido. Pero mientas el rapaz acudía a liberar a Elvira, el fiel Zaib se arrastró hasta llegar a la poterna y, aunque cayó muerto a la entrada del calabozo, tuvo tiempo de cerrar el muro impidiendo la salida de los jovenes. Al cabo de las horas, cuando lo eche de menos, baje al subterráneo y encontré al negro muerto, con la cabeza destrozada y ensangrentada… ¡Cogí miedo, Señor!, comprendí lo que había sucedido y no me atreví a descorrer el muro nunca mas, ¡y los infelices murieron de hambre!…” Ante tan espantoso relato, el Señor de Andrade enterró su daga en el pecho del asesino de su hijo, arrancándole la poca vida que le restaba. Luego corrió al subterráneo del castillo, vertiendo lágrimas de desesperación y allí descubrió los cuerpos de los dos amantes, que se encontraban juntos en un abrazo de eterna despedida. Después que les hizo un entierro casi regio en la Villa, el Conde se encerró en su castillo y pasó llorando los días que le quedaron de vida, a aquel hijo querido, muerto tan joven y de un modo tan horroroso.


Fuentes consultadas:

Visita e imágenes tomadas el 5 de agosto de 2023














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