Caía la tarde y la sombra de una puesta de sol sobre el valle cubría ya el convento. Ávidas mi madre y yo de Historia y Arte, nos acercamos a él siguiendo una indicación que vimos en la carretera. De camino, prados y verde.
En la esperanza de las dos, el deseo de poder encontrarlo abierto se fue desdibujando al ver que todas las puertas estaban cerradas y que, habiéndole preguntado ella a unos paseantes, por única respuesta supimos que es en verano y para ciertas actividades juveniles y encuentros, cuando se podría acceder al mismo...
Situado en la Aldea Carballedas en el municipio de Baltar perteneciente a Narón, la construcción original de este convento se debe a Juan Pardo y Andrade quien a finales del siglo XVI llevó a cabo la misma por deseo expreso de los marqueses de Lago-San Sadurniño, siendo el primer destino de esta construcción el de pazo. Hasta que en ella año 1910, la última Marquesa de San Sadurniño, María de la Natividad Quindós y Villarroel, lo donó a los misioneros Claretianos; comenzando así su andadura como convento claretiano en el año 1914.
De su época original sólo se conservan dos blasones o piedras armeras en cantería esculpida que resultan de gran belleza.
A principios del siglo XIX fue remodelado, incluyéndose entonces la capilla del Sagrado Corazón que según he leído tiene un retablo de gran belleza y una fuente barroca que adorna su entrada.
Además, en esa remodelación que se inicia en 1914, se disponen las ventanas cuadradas, la gran balconada que llama poderosamente la atención en su fachada y los canecillos.
Lo que hoy recibe el nombre de CONVENTO DE BALTAR completa su historia que lo lleva de pazo en su origen, a misión para promoción de la fe en el lugar durante aproximadamente unos cincuenta años tras los que fue colegio internacional por cuyas aulas pasaron cerca de 200 sacerdotes. Contando en su actividad también la de ser albergue para un encuentro de jóvenes misioneros.
Hoy y... en ese precioso instante, resultaba sobrecogedor el silencio de sus gruesas paredes, la quietud del entorno y el silencio de un lugar que tan lleno de vida y de sueños estuvo en otros tiempos.
A veces, resulta inevitable pensar qué ocurrirá con tantos conventos, monasterios... tantas iglesias que por falta de vocaciones van quedándose sin murmullos, sin ruidos en sus estancias y sin paseos por sus huertos y jardines.
Frente a su fachada, un prado verde que acogía los últimos rayos del sol cuando ya asomaba la luna en el cielo.
Viendo ahora esta inmensidad, a la par que escribo estas líneas, me aferro a la esperanza de que lo escrito perdure, de que la Historia no se pierda y feliz copio de forma literal las líneas de un artículo de LA VOZ DE GALICIA firmado por María Hermida el 22 de agosto de 2006, del que dejo también el enlace:
"Para los Misioneros Claretianos, éste es un año importante. Tras décadas de esfuerzo, han culminado las obras de rehabilitación del convento de Baltar, en Narón, donde residen cuatro miembros de esta congregación. Para celebrar el acontecimiento, ahora que el convento puede verse ya convertido en una hermosa hospedería con capacidad para cien personas, han elaborado una exposición que mira al pasado. Se trata de una muestra con manuscritos que cuentan vivencias de la Galicia del siglo XIX y en la que los vecinos de la comarca pueden encontrar valiosos pedazos de su historia. Así, en los pasillos de un blanco claustro que mira al verde de O Val, uno puede bucear sólo hasta el viernes en el pasado de esas paredes. En cómo, de ser el palacio residencial de los Duques de la Conquista (en el siglo XIX), que eran también Marqueses de San Saturnino y Condes de Cumbres Altas, se convirtió en un edificio religioso a manos de los Misioneros Claretianos en 1910. Todo ello lo dejó escrito de puño y letra la duquesa -en unos manuscritos perfectamente conservados-, una prolífica mujer que, como puede verse en la muestra, luchó a brazo partido, enviando centenares de escritos a la Corte, para que, por ejemplo, el servicio de correos llegase a esta parroquia de Narón y se dotase a la zona de una carretera. Pero la exposición no se queda en manuscritos, que darían para horas de lectura y que incluyen los muchos viajes de la duquesa a Roma, en los que se llegó a reunir en numerosas ocasiones con el Santo Padre, sino que ofrece la oportunidad también de observar distintas piezas antiguas. Entre ellas, un cáliz de oro que data del año 1580 y que es la única joya del palacio de los duques que queda en el convento. Además, quienes se acerquen a la muestra, que coincide con los días de fiestas en Baltar, podrán saber también de la historia de la congregación y de su arraigo en la parroquia." (https://www.lavozdegalicia.es/noticia/ferrol/2006/08/22/exposicion-recorre-historia-convento-baltar/0003_5044821.htm )
Leerlo me ha transmitido la alegría suficiente como para que la sensación de abandono con la que dejamos el convento, desaparezca y... ¡quién sabe! Quizá logremos ver su interior algún día...
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Visita e imágenes tomadas el 15 de enero de 2022
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