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La dama de Ceilán

  • Foto del escritor: bajoinfinitasestrellas
    bajoinfinitasestrellas
  • 19 nov 2024
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 30 nov 2024


Autora: Ana Alcolea

(269 pp) – Ed. ANAYA, 2023

Al terminar esta novela he sentido unas ganas inmensas de ver el mar y perderme en su inmenso horizonte, buscar a la dama de Ceilán y navegar lejos, muy lejos...


Baltasar vive en el faro, en el mismo que lo vio nacer hace ya más de ochenta años. "En verano alquila las habitaciones de la casa colindante que construyó su padre cuando la familia empezó a crecer." (Vid. Pág. 11)

Fernando, un joven que lucha contra su adicción a los videojuegos, pasará con él el verano "(...) entra en la casita y se acomoda en la última habitación, que es la que ha venido usando todas las veces que ha estado alojado con su familia. Es su preferida porque es la que tiene una ventana desde la que se ve el mar abierto, sin costa que le recuerde que está en tierra. Cuando mira a través de esa ventana, le parece que está en un barco inmóvil.

(...) Se sienta en el borde de la cama y, por primera vez, saca el móvil de la mochila. En el faro no hay wifi y tendrá que gastar datos. Esa es ua de las razones por las que ha venido: no podrá estar todo el día y toda la noche enganchado. " (Vid. Pág. 18).

Tiene bonitos recuerdos del lugar y, cuando esa noche ve la luz del faro hacer su recorrido en círculo, pensará en la visita de un fantasma dorado y silencioso que incluso le llevará al recuerdo de El rayo de luna de Bécquer no extrañándole que Manrique confundiera el fulgor de la luna con el vestido vaporoso de una bella mujer.

Cuánto he disfrutado de las alusiones a escritores como Bécquer, Walt Whitman o Hemingway. Pero... sigamos con el relato. Será un verano en el que los dos compartirán la vida, la cocina, la pesca y... lo más maravilloso: Baltasar se decidirá a hablarle de su historia, del motivo de ese nombre para su barca, de cómo se enamoró y cómo le rompieron el corazón.

Le cuenta que se enroló en barco a los catorce años y cómo fue la primera vez que vio a Sirim, que ya fue por y para siempre su dama de Ceilán.

"Se llamaba Sirim, pero la primera vez que la vi no supe su nombre. Yo estaba sentado en un banco del malecón de Colombo, y ella era una adolescente más de un grupo escolar. Contemplaban el Índico desde el borde del paseo. Vestía camisa y falda blanca como todas las demás. Y llevaba el pelo, negro como la noche, recogido en dos trenzas perfectamente simétricas y que caían paralelas en su espalda sobre la camisa. Negro sobre blanco, como las palabras de un libro." (Vid. Pág. 63).

Fernando querrá desde ese momento conocer qué ocurrió y si volvieron a verse y Baltasar, con la paciencia y calma de quien se hace mayor y ha vivido mucho ya, va poco a poco, explicándole costumbres, anécdotas, describiéndole olores y sabores y hasta qué es el cardamomo.

El suyo era un amor difícil pues provenían de clases sociales diferentes, de mundos que no tenían nada que ver y al mismo tiempo él lo sentía tan adentro siendo solo uno.

Y no pudo ser, pues pudo más la ambición que llevó a la traición.





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