En el Ayuntamiento de Miño, lugar de Vilanova, parroquia de San Xoán, descubrimos esta preciosa iglesia de estilo románico que data del siglo XI. La vimos desde lo alto, justo antes de cruzar la vía del tren que tiene justo allí un apeadero y su luz se incrementó con los primeros rayos del sol.
Su construcción es de planta rectangular y de una única nave central que termina en un ábside semicircular de extraordinaria belleza como se aprecia en la siguiente imagen.
Al muro meridional se le añadió un cuerpo cuadrangular en el que se ubica la sacristía. La cubierta es a dos aguas, excepto en el ábside y la sacristía; techados ambos con tejas curvas.
Arropada por un gran muro y por el cementerio, esta iglesia remonta sus orígenes al siglo XI. El hecho de que careciese de arco de ingreso, como tenían los templos catalanes de esta época, llevó al derrumbe de uno de los muros laterales. Además, tampoco se conservó la fachada original, siendo la actual del siglo XVIII como indican sus rasgos barrocos. En ella, vemos una espadaña de dos cuerpos; el primero de ellos con tres machones entre los que se sostienen las campanas y un segundo, con un cuerpo central flanqueado por pináculos.
Sus muros presentan cantería irregular. Fue en nuestra segunda visita y gracias a los horarios que Alba nos facilitó a través de @minoturismo, cuando pudimos asistir a la eucaristía y verla así por dentro (en el momento en que estas líneas publico: sábados a las 18h). Es por ello que las imágenes están tomadas en dos días: el primero en que apreciamos el exterior y el segundo en que lo descubrimos y nos conquistó su interior.
¡Qué bonita! Tras estar recorriendo todas las iglesias del ayuntamiento, describir la sensación al entrar en San Xoán de Vilanova resulta difícil, fue como... un sorprendente salto al pasado. Estaba tan preciosa llena de vivos y amarillos narcisos silvestres, tan llena de gente y... cuando vimos que su párroco es D. Celestino Fernández Carro... fue como estar en casa. Su sencillez y su amabilidad, su sonrisa y la alegría de todos los que allí estaban, hizo que la celebración fuese especial. De él, de D. Celestino hablaré en más publicaciones y en una de ellas de forma especial.
Nos saludó al terminar y enseguida varias mujeres presurosas corrieron a encender de nuevo las luces y a destapar el altar que tan cuidadosamente habían cubierto para preservarlo del polvo y el deterioro. Yo esperaba a que saliesen todos, especialmente los niños y las personas que ocupaban las primeras filas por respeto a ellas y para evitar que saliesen en las fotos, velando así por su intimidad.
Tan amables y consideradas, con suma atención nos preguntaron de dónde éramos. De Valencia, dijo mi madre y yo, de Santiago. Les faltaba tiempo para hablarnos, para mostrarnos lo mejor, felices de que su parroquia fuese fotografiada y esas imágenes pudiesen llegar a más personas a través de mi ilusión y esta humilde página que sostiene mi sueño.
Estoy segura de que volveré pues sentí algo especial allí, aquellos muros robustos, la sencillez de las hornacinas que enmarcan la hermosura de las imágenes y el techo tan alto... Una sobriedad que me llevó al medievo, a tierras lejanas... a un espíritu que bebe del camino, de la luz y de la paz.
(Información facilitada por la OFICINA DE TURISMO DE MIÑO que amablemente recopiló datos de interés de la obra de Xosé Ramón Soraluce Blond y Xosé Fernández Fernández: ARQUITECTURAS DA PROVINCIA DA CORUÑA, valiéndome de un resumen de los mismos para la presente publicación y agradeciendo de antemano el haberme facilitado los mismos).
Visita e imágenes tomadas el 29 de enero de 2022 y el 26 de febrero de 2022
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