Ayer recibí este inolvidable regalo: una pintura a pastel con un maravilloso cielo de estrellas sobre la silueta que los árboles dibujan en el bosque. Un lugar mágico para soñar, para creer en que otro mundo es posible y para volar con la imaginación hacia la libertad.
¡Qué bien me conoces, hermana! Has puesto en él tu corazón y el alma de esta página quiere quedarse para siempre entre cada uno de sus trazos. Ya forma parte de este loco sueño que pronto cumplirá un año y que tanta fuerza me da ahora que tanto la necesito... quizá más que nunca.
Gracias por quererme, por apoyar cada una de mis locuras y por formar parte de ellas. Lo digo siempre, pero es que es así: ERES LA MEJOR HERMANA QUE JAMÁS PUDIERA SOÑAR.
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