Autora: Patricia García-Rojo
(193 pp.) – Editorial SM. Colección Gran Angular
Buenas dosis de misterio rodean a un pueblo en el que todos son a la vez humanos y animales, la mayoría pájaros: cormoranes, tórtolas, reyezuelos, gavilanes, abubillas, herrerillos... Ana, la protagonista, es también un ciervo y eso la hace diferente y eso la hacía querer encontrar su lugar y verse como los demás.
"El verano que vi luces en la isla, yo esperaba muchas cosas. Esperaba, por ejemplo, que me hubiesen aceptado en la universidad. Y eso significaba acudir todos los martes al colmado para ver llegar al cartero, como hacían todas las chicas del pueblo." (Vid. pág. 10).
Ana vivía con sus padres y su hermano en una casa junto al acantilado desde la que podía ver la isla, la isla de Tomás. Su mejor amigo, que era un corzo.
Un buen día, el tranquilo pueblecito de 127 habitantes (de los que 123 eran pájaros), se ve profundamente alterado por el regreso de Andrés y sus dos hijos: Sasha y Nadir. Los lobos volvían a la que un día fue su casa. Al poco, Tomás aparece muerto y todos los culpan a ellos. Todos menos Ana que además, pondrá todo su empeño en descubrir al asesino.
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