Autor: Mark Mills
(365pp) – RBA. AVENUE, 2007
El profesor Crispin Leonard es una institución en Cambridge con una deuda pendiente con su pasado: descubrir el misterio que encierra el jardín renacentista de Villa Docci, al sur de Florencia, con sus serpenteantes caminos y sus arroyuelos, sus estatuas, inscripciones y estructuras neoclásicas. Es 1958 y un lúcido estudiante surge en su camino: Adam Strickland. Sí, quizás él pueda descubrir 400 años después qué extraño mensaje esconde el jardín creado en 1577 en honor de Flora, la joven esposa del noble Federico Docci. Adam viaja dos semanas a Italia, invitado por la anciana Francesca Docci, y su vida cambiará para siempre.. Una sorprendente novela en la que el laureado autor de El crimen de Amagansett reúne una hermosa evocación del Renacimiento, una imposible historia de amor y asesinatos inconfesables.
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He disfrutado enormemente esta lectura. Me cautivó su portada e imaginarme en el jardín de la idílica mansión enclavada en las colinas de Toscana, al sur de Florencia.
A mi recuerdo volvieron los viajes a Italia y mi mente revivió escenas mitológicas de la mano de Flora, disfrutando de inscripciones en latín como ésta que me ha hecho pensar tanto: ANIMA FIT SEDENDO ET QUIESCENDO PRUDENTIOR (“el alma en reposo crece en sabiduría”).
Es increíble sentirse entre fuentes y estatuas, entre el verde y el agua, y evocar a Dante cuando Virgilio al inicio de La divina Comedia le dice: “Para encontrar la salida, hay que hacer el camino”. Y es que… precisamente todo el camino lo recorre Adam para dar con las respuestas y la última pieza clave que resuelva el misterio… y aquí… todavía más, me sentía maravillada: Las Metamorfosis de Ovidio y dentro de ellas, justo el relato que más adoro, el de Deucalión y Pirra.Con él La señora Docci puso luz y verdad.
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