Autora Almudena Santamaría
(339 pp.) – Editorial Liter_aquel 2022
Quizá sea la tarde ideal para detenerme a escribir estas líneas pues hoy me siento como Sara se sintió muchas veces. En mí el dolor, los recuerdos de lo que fue muriendo y ese deseo de escaparme a mi refugio.
"-¿Qué tal tu día? -preguntó mientras ponía la cena en la mesa.
- Como siempre. Ninguna novedad -respondió él con desgana.
Esa era más o menos la conversación que mantenían cada día desde hacía mucho tiempo. Las pocas veces que ella tenía algo que contar, solía tragarse sus palabras por miedo a cómo pudiera reaccionar Andrés. Sentía que había perdido a su pareja, pero lo que más le dolía era haber perdido a su mejor amigo. Se veía atrapada en una situación de la que no sabía cómo salir, cómo respirar." (Vid. pp. 14 y 15).
Sara, la protagonista de esta novela, ve como se va terminando su relación con Andrés. Desde hace tiempo, sólo se dejaban llevar por la inercia que les empujaba, el querer alimentar lo que ya apenas respiraba y eso la hacía vivir sumida en la tristeza.
"La tenue luz que entraba por la ventana acariciaba suavemente su cara. Sara se giró en un sueño y se despertó cuando los rayos del sol comenzaron a rozar sus párpados.
Con los ojos todavía entrecerrados miró la hora en el móvil. `¡Maldita sea!´, se había vuelto a quedar dormida. Aquello llevaba sucediéndole demasiado tiempo. Otra vez le asaltó la sensación de culpabilidad e irresponsabilidad. No es que tuviera nada que hacer a una hora determinada pero no estaba yendo por el buen camino. Mejor dicho, parecía que estaba tomando el camino de la autodestrucción al levantarse tarde casi todos los días. Le costaba conciliar el sueño por las noches, por lo que últimamente se dedicaba a devorar libros hasta que caía rendida. Vivir las vidas de otros a través de la lectura le ayudaba a escapar de su propia miseria." (Vid. pp.17 y 18).
Lentamente, se iba desmoronando todo. Su pareja, su profesión de paisajista, su sueño de formar una familia... Entonces, un giro inesperado llega de la mano de su amigo Juan que le da la tarjeta de un conocido arquitecto, Samuel, que precisamente busca incluir en su equipo a una diseñadora de exteriores. Hablan sin verse en persona y todo empieza a cobrar color, se conocen y es tal la conexión, que Sara comienza a respirar de nuevo, comienza a sentirse viva, a verse valorada, a... sin ella saberlo aún, empieza a enamorarse.
Consciente de su relación con Andrés, lucha entre dos mundos. No quiere perderlo, se resiste a que lo suyo termine para siempre y su corazón se cierra herméticamente a lo que Samuel y ella sienten. La situación se tensa en la pareja, Andrés estresado por el trabajo y continuamente de malhumor, vierte sus celos sobre Sara y su desconfianza la hiere tan profundamente que apenas puede soportarlo. No reconoce sus logros profesionales pues siempre planean sobre ellos esa desconfianza desmedida que no deja a Sara crecer, rodearse de otras personas, dedicarse por entero a su profesión... Sólo Samuel parece entenderla, sólo él es capaz de valorarla como ella realmente necesita.
Ella además, lucha por salir adelante, por encontrar el lugar que realmente le pertenece en una familia que también la oprime y no deja de recordarle que debe ser madre antes de que sea más tarde y que ejerce una opresión que impide la comunicación que toda madre e hija deberían tener.
"-Todo el mundo cambia con el paso del tiempo. Tu padre y yo, sin duda, no somos las mismas personas que cuando nos casamos, pero aquí seguimos el uno al lado del otro, a pesar de todo. Somos un equipo. No se tira la toalla a la primera de cambio.
-Ya te he dicho que lo hemos intentado. Necesito que estemos un tiempo separados para comprender que siento en realidad. Hace mucho que no soy feliz con Andrés y creo que mis sentimientos hacia él han cambiado. Además, creo que siento algo por otra persona.
-La felicidad está sobrevalorada. Has escogido un compañero de vida, deberías luchar por seguir juntos y por construir vuestros sueños. ¿Vas a tirar por la borda todos estos años juntos por alguien que apenas conoces?" (Vid.pág.254).
Continúa la conversación entre ellas y finaliza en el momento en que el embudo que sostiene su madre acusa a Sara de ser la culpable del fin. Ni siquiera la escucha, no es capaz de ponerse en el lugar de su hija. Ganan una vez más la batalla los estereotipos y que Sara la convierta de nuevo en abuela.
Pero, el éxito y el reconocimiento laboral llevan el precio de un sinsabor más para Sara que sufre un intento de violación por parte de un rico empresario con el que estaban en tratos para una futura urbanización. Este duro golpe será el detonante que la lleve a alejarse por un tiempo de su trabajo y de Samuel, será lo que le haga romper con Andrés y tomar decisiones acerca de su vida.
Como no podría ser de otra manera, Sara y yo compartimos un refugio. Está junto al mar. Las dos sabemos del dolor que te atraviesa hasta lo más profundo cuando la persona a la que amas, aún estando a tu lado, ha partido hace tiempo ya y lo peor es que te ha cortado a ti las alas. El vacío de la soledad, de la frialdad, la inercia de la rutina.
Y... entonces, la brisa que te acaricia en tu refugio y el sonido de las olas, te llenan de luz, vuelves a vivir, vuelves a AMAR.
Gracias Almudena por crear esta novela, por darle voz y sentimientos a Sara y por acompañarla de una banda sonora tan inolvidable.
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