Agatha Raisin y la jardinera asesinada
- bajoinfinitasestrellas
- 24 jul
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 11 ago

Autora: M.C. Beaton
Traducción de Begoña Prat Rojo - Título original: Agatha Raisin and the Potted Gardener
(206 pp.) – Ed. Penguin Random House Grupo Editorial 2022
Agatha llega de un increíble viaje a gran parte del mundo y se encuentra con que a Carsely ha venido una vecina especial que parece haber cautivado a todos y cada uno de los singulares habitantes. Se trata de Mary Fortune que, con sus evidentes encantos, hasta parece haber conquistado a su eterno amor platónico. Pero... como en la mayoría de los casos: no es oro todo lo que reluce.

Mary es una agradable mujer divorciada a la que parece dársele bien todo, o casi todo. Segura de sí misma y vestida siempre de verde, se hace enseguida con todos los vecinos, especialmente con James Lacey, el atractivo coronel retirado del que Agatha continúa terriblemente enamorada.
Todo sigue su curso en el agradable pueblo y, es entonces que, decidida a no rendirse, Agatha pone todo su empeño para participar en el concurso anual de jardines y con ello intentar desbancar en alguna de sus destacables cualidades a Mary, a la que indudablemente parecen dársele de maravilla las flores y plantas.
"A pesar de que Agatha había decidido no volver a relacionarse con Mary, un pueblo es un lugar pequeño y es imposible ignorar a la gente como sí puede hacerse en una ciudad. No podía evitar la cordialidad de Mary y, aunque hacía días que James se había repuesto y no la había vuelto a invitar a cenar, Agatha sentía que no tenía razones para perseverar en sus estúpidos celos.
Y más tarde se produjeron una serie de delitos que en un principio unieron a los lugareños y luego los distanciaron, a medida que las sospechas y el miedo se fueron introduciendo en sus por lo general tranquilas vidas.
La señora Mason descubrió que alguien había arrancado, aplastado y tirado por el suelo sus alabadas dalias. Las rosas de la señora Bloxby fueron envenenadas con herbicida y la mayoría de las flores de James Lacey murieron. Un maníaco había rociado su jardín con gasolina y le había prendido fuego. Y los delitos no se detuvieron ahí. Alguien clavó un agujero horrible en el jardín de la señorita Simms. Y los Boggle incluso llegaron a ver cómo alguien bañaba con pintura negra su rosal blanco. Fred Griggs, el policía local, trató de ocuparse del asunto él solo, aunque a medida que aumentaba la lista de incidentes, tuvo que llamar a la unidad de investigaciones criminales de Mircester, de modo que Bill Wong regresó a Carsely." (Agatha Raisin y la jardinera asesinada, páginas 75 y 76).
Todo fue enredándose e incluso las carpas del jardín de Bernard Spott un día aparecieron muertas. Pero... la ola de incidentes no terminó aquí, lo peor llegó sin que nadie pudiera ni por asomo atisbarlo.
"Entonces Agatha exclamó con voz entrecortada:
—¡Mira! ¡Mira allí!
Y James miró.
Alguien había plantado a Mary Fortune.
No se le veía la cabeza, que estaba cubierta de tierra. La habían colgado por los tobillos y habían enterrado su cabeza en una gran maceta de barro. En las vigas del techo había ganchos para colgar tiestos.
Le habían atado los tobillos con una cuerda y la habían colgado de uno de esos ganchos. Iba vestida con su inevitable atuendo verde: sandalias verdes, blusa verde y pantalones cortos verdes.
—¡Corta la cuerda! —chilló Agatha horrorizada.
Pero James se había inclinado sobre Mary para buscarle el pulso en el cuello y la muñeca.
Se incorporó.
—Dejaremos todo tal como está para cuando venga la policía. La han asesinado, está definitivamente muerta.
—¡La han asesinado!
—Cálmate, Agatha —le pidió él con brusquedad—. No se ha plantado ella sola. Voy a llamar —dijo, y salió del invernadero. " (Ibid., página 92)
Un nuevo crimen asolaba a Carsely y ni Agatha ni James dejarían la búsqueda de la verdad en manos de la policía. Pero... nada aportaba claridad. Llamando puerta a puerta y hablando con los vecinos, la cara oculta de Mary iba dejándose ver. A todos los había ridiculizado, de todos había hecho algún comentario inoportuno, hiriente y hasta cruel.
"-No estamos llegando a ninguna parte -suspiró Bill-. Creo que tu argumento no se sostiene, Agatha. Imaginemos que uno de esos enfurecidos jardineros decidió vengarse de Mary; ¿a quién veis capaz de hacerlo? ¿La señora Bloxby, la señorita Simms, James, aquí presente, la señora Mason, los Boggle o el viejo señor Spott?
-Tiene que ser alguien de su familia o del pasado — decidió Agatha—. ¿El marido no ha salido de Estados Unidos?
-No.
Pero tuvo que ser alguien a quien ella conociera- intervino James de repente.
-¿Por qué?
-La entrada no estaba forzada. Quienquiera que fiera, ella le abrió la puerta. Alguien la envenenó; le metió herbicida en la bebida. ¿Qué bebió? —preguntó mirando a Bill.
-Es difícil de decir, pero por el contenido de su estómago, creo que coñac. La cantidad de herbicida
era considerable.
-¡Habéis contactado con todos los proveedores de herbicida?
Bill soltó un gemido.
-¿Sabes en cuántos sitios de los Cotswolds venden herbicida? Incontables. Pero sí, estamos investigando. —Agatha le había pedido una carta a la camarera y la estaba leyendo—. No me digas que vas a pedir pudín, Agatha.
-Un buen pedazo de pudín empalagoso -confirmó Agatha con firmeza—. ¿Alguien más quiere?
Todos pidieron el bizcocho mojado en tofe y caramelo. ¿Cómo era posible, caviló Agatha con tristeza tras zamparse hasta la última miga, que en el pasado pudiera engullir sin consecuencias postres como éste y ahora nada más tragárselo notaba cómo la cinturilla de la falda le apretaba como si fuera un corsé?
-Apuesto a que ha sido la hija — señaló mientras tomaban el café. Seguro que es así de sencillo. Lo hereda todo, así que lo hizo ella, o su novio.
-¿Mató y plantó a su propia madre? — protestó
James.
—Quizá quería que pareciera obra de un maníaco —repuso Agatha." (Ibid., páginas 128 y 129).
He de decir que, llegados a este punto, todavía disfruté más si cabe de la novela, del estilo de la autora, de la brillante y arrolladora personalidad de la protagonista y del entrañable pueblo en que desearía vivir.
Su pertinaz instinto y, lo que pareció una casualidad, hicieron que Agatha y James se encontrasen frente a frente con el asesino de Mary. Impensable y sorprendente: el viejo Spott fue quien la envenenó en venganza, mas no pudo ser juzgado pues en ese mismo instante se quitó la vida.
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Divertida, entretenida, intrigante, adorable por momentos, mordaz, encantadora, descarada, tenaz, complicada a la vez que sencilla... Todos estos adjetivos acompañan a la novela y a Agatha. ¿Acaso se puede ser más auténtica? Ya estoy deseando viajar de nuevo a Carsely...
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