Autor: Stefan Zweig
(66 pp) – Ed. ACANTILADO, 1976
Hay historias tan breves y a la vez tan intensas que, sus páginas se graban en el alma para no marcharse jamás. Esta es una de ellas.
Comienza esta novela de apenas 70 páginas con la carta que recibe un famoso escritor.
Era un pliego de unos veinticinco folios escritos precipitadamente con letra femenina, desconocida y nerviosa; más que una carta parecía un manuscrito. Palpó de nuevo el sobre, instintivamente, por si encontraba alguna nota aclaratoria. Estaba vacío. En él no había más que aquellas hojas; ni la dirección del remitente ni tan siquiera una firma. Qué extraño, pensó, y cogió nuevamente la carta. “A ti, que nunca me has conocido”, ponía como encabezamiento, como si fuera un título. (pp. 5 y 6)
Y a partir de ahí leemos, a la vez que el protagonista, una carta desgarradora en la que una mujer, de la que ni siquiera sabemos su nombre, explica a su amado (y a nosotros, lectores) toda su vida.
La historia es sencilla y sin grandes giros. El inicio de la carta no puede ser más devastador, marca con frialdad el contexto, lo delimita y podemos imaginar el dolor que desgarra el alma de la mano que escribe una carta, sin duda, inolvidable:
Mi hijo murió ayer. Durante tres días y tres noches he tenido que luchar con la muerte que rondaba a esa pequeña y frágil vida. (pág.6)
La lectura es tan fluida que cuesta cerrar el libro; tras cada página, deseas conocer el desenlace. Quieres saber quién es ella, qué le ha ocurrido y cómo ha llegado hasta ahí. Es una historia de amor incondicional de ella hacia él. Poco a poco la vamos conociendo, ella va recorriendo su vida desde que tenía trece años y lo vio por primera vez a él: un joven a puesto de 25 años que llegaba al edificio y jamás se iría de su corazón y su mente.
En 1948, la novela fue llevada a la gran pantalla de la mano del director Max Ophüls y con dos actores maravillosos: Louis Jordan interpretando al famoso escritor, guapo, encantador y un conquistador nato. Aunque, en la película es un afamado pianista. Y Joan Fontaine, tímida, insegura y perdidamente enamorada interpretando a la “desconocida” autora de la carta (imposible no recordar su mirada y pensar en su papel en "Rebeca" de A. Hitchcock).
Ya había leído el libro hace años y también, visto la película. Y una vez más, creo que este es el orden perfecto. Adoro imaginarme a los personajes, sus rostros, sus voces... viajar a los lugares, los espacios.
En muchas ocasiones, no deseo ver la película pues quedarme con el sabor del libro es para mí recordar la esencia y hacer que los personajes vivan en mí, que mi imaginación los modele. Pero... en este caso, he de decir que esta película es un verdadero regalo, tanto visual como sonoro y, aunque haya diferencias entre ambos, guarda el tesoro del amor incondicional que Stefan Zweig creó para el lector.
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