Autor: Ronaldo Menéndez
(176 pp) – Ed. Edelvives. Col. Alandara, 2020
El título y la portada llamaron inmediatamente mi atención. Un tanto escalofriante quizá, pensar en un sanatorio abandonado. Creo que son lugares que se quedan con todo lo que ha ocurrido entre sus paredes y si encima... le añadimos el abandono y deterioro...
Pero es que, además, su contraportada con la sinopsis y leer lo que recoge sobre su autor, resultaron poderosas razones para leerlo de un tirón.
"Nuestra historia comienza sesenta años después, cuando Toñete ha crecido hasta convertirse en el abuelo Toño y su vida ha quedado marcada para siempre por el agujero de Walpurgis.
Ahora estamos mi primo Álvaro y yo sentados a la mesa desayunando. Nada parece moverse salvo las manos callosas del abuelo alcanzándonos tostadas untadas de Nocilla.
¿Cuándo empieza verdaderamente una gran historia? ¿Cuando el meteorito cae sobre la tarta de quien sería nuestro abuelo Toño o en ese instante en que mi primo Álvaro lanza la pregunta?
-Abuelo, ¿por qué nunca nos cuentas nada sobre el sanatorio?
Él nos miró, primero a mí y luego a Álvaro, con una severidad que nunca le había visto. Después de un silencio que me pareció una eternidad nos contestó.
-Chavales, no andéis cotilleando en esa ruina, ahí no se os ha perdido nada. Prometedme que nunca iréis a meter las narices en el sanatorio." (Vid. Pág. 8).
Pero la promesa que los dos primos le hicieron al abuelo, no la cumplieron. Les pudo más la curiosidad y allá fueron de expedición con los amigos con los que tan maravillosos veranos pasaban cuando regresaban al pueblo.
"Nuestra pandilla había sido bautizada como Los furtivos. En cuanto llegábamos, corríamos por las calles del pueblo desesperados por reunirnos. Todos éramos necesarios como cada una de las piedras de un gran puente medieval. Enseguida aparecía Charly, con sus gafas de pasta y esas tremendas ganas de explorar la montaña; después, Berto y Nico, siempre listos para una partida de chapas; y luego llegaba el Guisantes con sus pretensiones de líder, aunque con aquel apodo no tenía la más mínima oportunidad. Le pusimos el Guisantes porque de pequeño siempre lucía dos enormes mocos en sus fosas nasales.
Pero lo más importante era la llegada del líder: mi primo Álvaro." (Vid. Pág. 12).
Intrépidos y valientes como todo adolescente... "Comenzamos a inspeccionar palmo a palmo el sanatorio de Walpurgis: las habitaciones revueltas, con sus camillas oxidadas, con olor a caca de perro y a basura sepultada durante años. por todas partes quedaba el rastro de vagabundos que habían llevado hasta allí clchones destripados y cientos de trastos." (Vid. Pp. 14 y 15).
Álvaro les contó lo que su abuelo les había relatado sobre la monja asesina que se aparecía cada cierto tiempo. Espeluznante historia a la que él confirió y añadió todavía más misterio. La monja salía de un agujero, que por si fuera poco, sumaba aún más inquietud a los sucesos; pues... asomándote a él, veías tu futuro.
Desde que todos conocieron el secreto, todos se movieron por la curiosidad de querer asomarse aún a pesar de las serias advertencias del abuelo. La trepidante trama confrontará a los amigos que tras haberse asomado Álvaro, se dividen. Comenzará entonces todo un juego de estrategia y de guardias para vigilar el lugar y que nadie se acerque al mismo. Pero, Sebas tenía que asomarse, tenía que saber si finalmente Elena de la que estaba profundamente enamorado, continuaría con su primo o caería en sus brazos.
La amistad, el amor, el temor... Todo un mundo de sentimientos y emociones que además son tema recurrente en el autor que se preocupa por explicar, por ayudarnos a comprender. "Un sentimiento profundo es como un río caudaloso, mientras que las emociones son los peces muticolores y los bichos que viven en el río. Las emociones duran menos y son más intensas, mientras que un sentimiento puede durar días, meses e incluso toda una vida. Y yo esperaba que mi sentimiento de amor por Elena durara toda la vida." (Vid. Pág. 120).
Al asomarse, Álvaro vio en el agujero que iba a morir y del miedo, pasó a una profunda tristeza de la que Sebas trató de alejarlo con la fuerza de quien lucha contra viento y marea, y así fue como logró salvar a su primo cuando todo vaticinio apuntaba a que moriría ahogado en la ocura y verde agua.
Jamás volvieron a somarse al agujero. Hay que vivir la vida con lo que nos traiga, sin pretender conocer todos y cada uno de los tramos del camino.
Ronaldo Menéndez nació en La Habana, Cuba, en 1970. Antes de aprender a leer, sus padres le llenaron la cabeza de impulsos aventureros con libros de Mark Twain, Julio Verne, Emilio Salgari y Jack London. De estas obras nacieron sus dos grandes vocaciones: los viajes y la literatura. Ha recorrido dos veces el continente sudamericano, ha dado la vuelta al mundo, maravllándose ante aldeas y selvas del sudeste asiático, y ha cruzado gran parte de la India y China. Es autor de varios libros de relatos y novelas para lectores adultos por los cuales ha obtenido diversos galardones. Además de escribir, realiza talleres literarios y colabora con varias publicaciones. El agujero de Walpurgis constituye su ópera prima en literatura juvenil. (Información tomada de la parte trasera de la portada del libro).
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