Autora: Bibiana Reyes
(303 pp) – Ed. Romeo Ediciones, 2022
¡Qué ganas tenía de leer este libro! Aquí no lo encontré. Pero, tuve la inmensa suerte de que Jose me lo trajese de Tenerife a mis manos. No me lo podía creer... Justo, del lugar en el que todo transcurre, justo desde La Laguna, Patrimonio de la Humanidad; la Ciudad del Adelantado, como la llaman en la novela. Página a página, @joseaguilararmar17 desde la isla y yo desde aquí, íbamos siguiendo el ritmo trepidante de la trama, yo le iba leyendo los escenarios, las calles por las que pasaban los protagonistas, donde se encontraban... y él las recorría a pie, enviándome vídeos y fotos que me hacían vivir con tal intensidad lo que ocurría en el libro que, si me lo permite su autora, ambos éramos Marcos y Victoria y juntos investigábamos la misteriosa conexión de muertes acaecidas en tiempos tan distantes. Fuimos los personajes desde el principio hasta el final y creo que algo de los dos sigue y seguirá en nosotros para siempre.
Los asesinatos de este siglo guardan conexión con la monja que murió en el XVI, las misteriosas circunstancias y similitudes de todos ellos, llevarán a los investigadores a recorrer los pasadizos, a adentrarse en lo subterráneo y oculto. Con una impecable documentación y un extenso glosario al final de la novela, ha sido una delicia viajar en el tiempo y moverme libremente y con conocimiento, entre el siglo XVI y la actualidad. Así dice la NOTA DE INTERÉS al final de la novela: "Haciendo referencia a la documentación histórica, la novela pretende reflejar la esencia de la ciudad de La Laguna a finales del siglo XVI, empezando por el inestable empedrado de sus calles, cuando las fuertes lluvias y el paso de las carretas hacían verdaderos estragos en los caminos que comunicaban la capital con otros municipios. La conservación de esos lugares de tránsito fue una inversión cuantiosa que las autoridades tuvieron que asumir durante siglos. También el frío y la humedad se acentuaban más que ahora, destacando además los marcados estratos sociales y la poderosa influencia que ejercía el estamento eclesiástico. Se ha trasladado a los personajes hasta 1580, donde la pobreza de los mendigos contrastaba con la opulencia de la nobleza.
(...) Según algunos investigadores, bajo las calles de La Laguna discurren estrechos subterráneos que comunican iglesias, ermitas, palacios, conventos y barrancos. Casualmente, la novela menciona a dos de ellos: el que va hacia el Palacio de Nava, y el de la calle las Candilas, pero no se tiene constancia de que haya ningún túnel bajo la calle San Agustín." (Vid. pp. 201 y 302).
Un sangriento crimen en la actualidad abre uno de los dos hilos argumentales, en él se sitúan Marcos y la que será su compañera de investigación: Victoria, que ha regresado a Tenerife pretendiendo dejar atrás un trauma que la persigue en sus peores pesadillas y que ha marcado y condicionado comprensiblemente su vida.
Con un estilo cuidado y unas descripciones tan maravillosas como la que a continuación recojo, la autora nos adentra en el halo de profundos misterios que todo lo enmarca. "El manto de la noche estaba cayendo y sumergiendo a la ciudad lagunera en el abrigo de sus calles. Recónditos lugares iluminados por la tenue luz de las farolas, donde el sereno y la neblina habían barnizado las superficies. Los tejados parecían almibarados por la condensación de agua y los intrusos verodes colonizaban cuaquier grieta con sus races. La humedad hacía recluir el pavimento rugoso del empedrado, lamía la carrocería de los vehículos, y con el transcurso del tiempo, había deteriorado la mampostería de algunas de las viviendas más antiguas, que habían quedado en el olvido. Todo ese bale de penumbras en el casco histórico de la ciudad se disipó durante unos instantes. Un intenso haz de luz de color azul recorría la vía principal y alteró el ambiente que la oscuridad había llegado a formar." (Vid. pág.17).
Bajo las órdenes del capitán Mendoza, Marcos irá narrando. "Todo había comenzado de madrugada con una extraña llamada al 012. Un tipo con una voz perturbadora le había recitado varios textos en latín a la operadora de la línea de urgencias." (Vid. pág. 18). El capitán baraja la hipótesis de un asesino en serie en la isla tras el similar crimen ocurrido en 2016.
Francisco Perdomo apareció decapitado y junto a él, Elena (su amante) arrodillada y moribunda. Marcos le explicaba entonces a Victoria que veía en ello el sello de la Santa Inquisición. Ambos están de acuerdo en la intención de flagelar al pecador, de infligirle dolor a modo de castigo. Pero... entones... ¿por qué los dos tiros? Lo que tenían claro es que el asesino estaba llevando a lo personal lo que, sin duda, venía de atrás.
Consultando los archivos, había una conexión más que evidente entre las víctimas Isabel Negrín y Elena López y el asesino estaba haciendo una reproducción del crimen perpetrado en el siglo XVI.
Marcos venía de una familia de historiadores y así es como va con Victoria a ver a su abuelo Aurelio con la clara intención de que éste le cuente la "desenfrenada aventura entre la monja y el burgués".
"- Entonces debemos ponernos en situación. Vamos a trasladarnos al 17 de noviembre de 1580. Se rumorea que la monja que se quitó la vida esa misma noche era una de las tres hijas de Olaya Fonte del Castillo, viuda del doctor Juan de Fiesco Anfos. Esta señora ofreció su casa y sus terrenos para la construcción del monasterio de las Clarisas. También asumió los costes de la edificación." (Vid. pág. 86). Cedió así todos sus bienes a cambio de que sus tres hijas fueran internadas en el convento de clausura.
"-Según cuenta la leyenda, una de ellas se rebeló en silencio. Estaba en contra de su encierro y decidió buscar una alternativa. Muchas noches se adentraba por uno de los pasadizos subterráneos, bajo el monasterio, para verse con su amante. Imagínese ese lugar con la galería anegada de agua sucia, acompañada por algunas ratas y por la débil llama de una improvisada antorcha. El frío calaba sus huesos..." (Vid. pág. 88).
Recuerdo mi intriga en este punto de la historia y cómo la íbamos viviendo Jose y yo. Los datos de la peste que asoló La Laguna en el año 1582 dejaron un gran osario que según la ficción recreada en la novela, se encuentra bajo la capilla mayor del convento de las Clarisas; mas, la realidad apunta que los cuerpos fueron enterrados en zanjas profundas, en el llano de Los Molinos. Él me habló de este lugar y de cómo atrae a muchos visitantes en la actualidad. Yo, cada noche y de su mano, viajaba a esas calles, a esos pasadizos.
Relata Marcos: "Me costó hacer entender a la abadesa que no quería profanar las tumbas por el mero hecho de hacerlo, era necesario averiguar si las tres hijas de Olaya, que habían ingresado en el cenobio, permanecían enterradas bajo este santuario, o si por el contrario, los legajos de la sala de archivos se habían quedado en tinta mojada. Nadie antes había estudiado el subsuelo ni las fosas de enterramiento de este lugar, ni siquiera los más expertos." (Vid. pp. 121 y 122). Varias noches me dormí pensando en ellas, en lo que vivieron muchas mujeres en aquel entonces... en tantos y tantos secretos que guardan las paredes y callan las piedras. Las investigaciones concluyeron que las tres hijas habían fallecido más tarde y que la historia partía de la decapitación del burgués y no del suicidio de ninguna de ellas. Nuevo giro inesperado.
Sin ninguna monja suicida, Marcos y Victoria fueron al Archivo Diocesano. Necesitaban el nombre y apellido de un burgués del que presuponían había fallecido a finales del siglo XVI.
"Salimos de la casa de los Guigou ilusionados, pero con nuevos interrogantes: ¿qué relación guardaba el cadáver del burgués con los de Francisco Perdomo y José Marrero? Los tres decapitados..." (Vid. pág. 140). Sus indagaciones les llevaron a descubrir que los tres habían muerto por heridas de fuego, lo que en su día no se investigó, acrecentaba mi intriga.
De madrugada, la abadesa Sor María de la Piedad llamó a Marcos y con angustia le confesó que le había ocultado información: bajo los pies del convento había un pasadizo hasta el Palacio de Navas. Ambos lo ven en el lienzo original guardado con sumo cuidado. Con los últimos hallazgos, dieron forma a la legendaria historia de Salvador de Hoyos.
"-Muchos de los pasadizos que encierra esta ciudad fueron utilizados para el contrabando del trigo por parte de la iglesia. Esto fue después, durante la crisis del siglo XVII, cuando comenzó la escasez de alimentos provocada por las malas cosechas. Se prohibió exportar grano fuera de las lindes laguneras, sin embargo, se siguió sacando a través de estos túneles." (Vid. pág. 165). Estando en esos pasadizos fue que encontraron restos humanos. "-Es la primera vez que descubro un emparejamiento humano." Dijo Marcos con emoción. (Vid. pág.171).
Avanzaba la investigación y a la alegría del nuevo hallazgo, sobrevino un inesperado incidente: alguien que llevaba tiempo siguiendo de cerca a ambos, entró en el apartamento de Marcos, cogió su portátil y lo quemó.
Barajando la hipótesis de que la monja se hubiese tirado desde unas cinco alturas, concluyen que la antigua torre de la Concepción era más alta. Y esto me maravilló y me llevó a leer más sobre un campanario que me ha llamado poderosamente la atención desde que lo vi por primera vez en una fotografía, cuando pasamos cerca de él en el coche, al contemplar la portada del libro y todas y cada una de las veces que Jose me manda su alta silueta.
El elevado peso de cada campana hizo necesaria su posterior reforma. La mujer estaba embarazada, la incógnita sobre la muerte de él continuaba sin respuesta ¿Quién había asesinado a Salvador de Hoyos? A lo largo de toda la investigación estaba siendo vital el testimonio del padre Vicente, pues era el único sacerdote que entraba y salía libremente.
En este punto máximo de tensión, viajamos a noviembre de 1580 y ante mi ávida mirada por saber más: una ciudad emergente en un terreno del que recibe su nombre por la laguna que allí había. Logra la autora sumergirme de lleno y son sus palabras las que me hacen sentir el asfixiante silencio de los muros que ahogaba a Sor Teresa y cómo la desesperación la llevó a tal decisión tras ser conocedor el Obispado de sus actos.
"La Laguna era dueña de sus habitantes, pero también seducía a los viajeros, invitándolos a quedarse. Era una urbe que conformaba un conjunto de calles, plazas, iglesias, ermitas, conventos, palacios, casonas y viviendas sencillas; el enclave de una ciudad con encanto. Desde las casas desordenadas y humildes de la villa de arriba, hasta la simetría que presentaba la villa de abajo, con su opulencia y ostentación. Toda ella era hermosa en su conjunto y formaba la perfecta sincronía de una variopinta sociedad colonial." (Vid. pág. 198).
¡Cuánto disfruté y disfruto ahora de esta parte del libro que me permite vivir el siglo XVI sintiendo el empedrado de sus calles bajo mis pies!
Tengo ante mí cinco hojas más con anotaciones, fragmentos.... Pero, intencionadamente detengo aquí el argumento para que, si me lo permites, crezcan tus ganas de adentrarte en sus páginas, de conocer a Teresa, el futuro que para ella habían elegido y... para sufrir el golpe inesperado de las filtraciones a la prensa que en el hoy te llevarán al periodista Matías quien perfilará un FINAL INESPERADO que te atrapará.
Sueño desde que lo terminé con coger un vuelo, recorrer todas las calles que se mencionan, subir al campanario de la Iglesia de La Concepción, bajar a alguno de los pasadizos de la mano de mi mejor guía como Marcos y Victoria y.... ¡Quién sabe! Tomarnos un café en el Palmelita con su autora y conversar sobre una lectura que no olvidaré jamás.
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