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Cuando era divertido

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    bajoinfinitasestrellas
  • hace 3 horas
  • 6 Min. de lectura
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Autor: Eloy Moreno

(293 pp.) – Ed. Penguin Random House S.A.U., 2022


Como bien anuncia el propio libro: "La novela que estás a punto de iniciar no es adecuada para todas las edades. Ni siquiera para todos los lectores", sumergirme en sus páginas ha sido todo un acto de valentía y hasta diría que de rebeldía contra el interés súbito de abandonarla casi al inicio.

Pero pudo mi grandísima admiración por el estilo del autor que tan característico me parece y es que escribe con el corazón y hacia el corazón, haciendo que sus palabras calen en lo más profundo de mi alma.

Esta es una historia desgarradora de un triste final que va consumiendo poco a poco a sus protagonistas. La magia desaparece entre los dos y lo rutinario y frío ocupa todo el protagonismo de un amor que ya no está, que ya no es.

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"Sobre un sofá de tres plazas dos personas viven tan cercanas en distancia como alejadas en pensamientos. Se pasan las noches, que a veces parecen años enteros, mirando hacia un gran televisor cuyo rumor les sirve para evitar conversaciones, sobre todo las suyas.

Es en ese momento del día, justo después de cenar, recoger la cocina y acostar al niño, cuando uno de ellos va descubriendo que donde creía tener un hogar solo hay una casa.

Ale y Ale, en lugar de sentarse juntos, lo hacen uno al lado del otro; en lugar de abrazar sus manos, luchan por, en un espacio tan reducido, no molestarse demasiado; en lugar de contarse sus vidas prefieren mantenerlas en silencio, porque, al menos en el caso de uno de los dos, su cabeza se está llenando de secretos. Unos secretos que pueden hundir ese barco que construyeron con tanta ilusión y que ahora flota sin rumbo, aunque flota.

Quizás porque una relación varada en el tiempo no se hunde mientras no haya olas demasiado grandes, mientras no haya una tormenta que se lo lleve todo.

El problema es que uno nunca sabe en qué momento va a nacer esa tormenta, en qué momento la rutina se agrietará y dejará pasar los primeros rayos.

Y ahora, uno de los dos Ale ha comenzado a ver ya los relámpagos." (Cuando era divertido, páginas 38 y 39).


Con un total dominio de los géneros en sustantivos y adjetivos, descubrimos ya casi al final de la novela la identidad de esos dos ALE que recorren las páginas. No sabemos quién es Ale mujer y quién Ale hombre, sólo sentimos junto a ellos, vivimos el dolor, la ilusión de un nuevo amor, los reproches... pero sin identificar a ninguno. Esto me ha parecido toda una genialidad porque, aunque lo intuí desde el principio, quise llegar al final para saber quién era realmente cada uno de ellos.


"Mira a su pareja pensando a cuántos pensamientos se encuentra la infidelidad.

Ahora mismo es incapaz de diferenciar entre deseos y sentimientos, porque ambos se mezclan de la misma forma en que lo hacen la sal y la herida: generando dolor.

Y aun así, aun a pesar del caos que tiene en la mente, acerca su mano a su pareja que la acoge sin pensar, sin dejar de mirar al televisor porque asume que todo sigue estando igual: estable.

—La sabía, la sabía —le dice sonriendo, apretando su mano.

-¿La pregunta?

-Sí, creo que esta noche me las sabía casi todas.

-Vaya... genial. ¿Podrías apuntarte un día? —le dice mientras intenta disimular un bostezo.

-No, no, qué va, es muy fácil acertar desde aquí, desde el sofá, desde casa. Pero después ahí... ahí seguro que no me saldría ninguna respuesta, nada.

Continúan viendo el concurso.

-Yo ya tengo mucho sueño... se me están cerrando los ojos —dice Ale intentando aguantar un nuevo bostezo.

-Claro, claro. Espera que creo que le quedan dos minutos y ya nos vamos a dormir... —le dice sin dejar de mirar la televisión.

Y Ale, lentamente, se acurruca junto a Ale, buscando el calor del afecto, porque sabe que ya no encontrarán el fuego del sexo, porque no lo buscan, porque ninguno lo pide.

Y así ella y él, él y ella seguirán dejando pasar el tiempo..." (Ibid., página 41).

Crece la desidia en una unión llena de fuego en el pasado, cuando reían juntos, cuando todo era divertido, bonito, ilusionante...


"Se acuestan, como cada noche, sobre una cama varada en un mar de rutina que inunda el dormitorio. Y es ahí, en ese dormitorio, donde en unos minutos se va a desencadenar una tormenta que hará naufragar una relación que ha ido surcando años simplemente remando hacia delante, sin darse cuenta de que capitán y barco estaban cada vez más lejos, sin darse cuenta de que hace tiempo que ambos remaban en direcciones distintas. Los dos miran la televisión con futuros muy diferentes. Uno de ellos pensando en pequeñas cosas del día a día, como si esa fuera a ser una noche más... una noche tranquila en un mar de calma, pensando que, como siempre, arriarán velas y echarán el ancla hasta el día siguiente.

En cambio el otro miembro de la tripulación tiembla por dentro porque en su interior siente olas que no se ven a simple vista. Por eso se le acelera el corazón, por eso le tiemblan los dedos, las manos, el cuerpo y hasta los pensamientos." (Ibid., página 131).

Y mientras el frío los va separando, uno de los dos se acomoda a esa tibieza, a la tranquilidad de una pareja que de por sí ha de ser eterna; el otro, encuentra la ilusión de un nuevo amor y estrena sentimientos que creía que no volvería a vivir.


"Ahora ya no hay excusas, porque en lugar de responder con la voz lo está haciendo con los ojos, y ahí es mucho más complicado mentir. Al final todo el dolor se acumula en una única lágrima que cae lentamente por su mejilla.

Su pareja coge el mando, apaga la tele y se gira hacia un cuerpo que ya solo sabe temblar.

—¿Qué te pasa, amor?

Amor

Y esa palabra: amor, hace estallar la tormenta.

Amor, insiste mientras le coge las manos como hace años no lo hacía, ¿ qué te pasa? ¿Ha ocurrido algo?

Tras un silencio eterno que lo ocupa todo llega el relámpago en forma de mirada que pide perdón con las pupilas.

Y tras el relámpago llega el trueno en forma de palabras.

Unas palabras que arrastran tanto dolor que apenas se escuchan.

Tenemos que hablar." (Ibid., página 138).

Y llegan los miedos, las dudas y entre todo ese revoltijo de emociones... la verdad se abre camino.


"Ale se dirige también hacia la terraza.

Sale lentamente.

Se acerca al cuerpo que ahora mismo está apoyado en la barandilla mirando al exterior.

Le toca suavemente el hombro y ambos se miran con cristales en los ojos.

Tiemblan.

Tienen ganas de abrazarse pero les da miedo hacerlo.

Uno de ellos alarga la mano.

El otro se la coge.

Entrelazan sus dedos de esa forma tan especial, tan suya.

Se aprietan sus manos, con fuerza y también con miedo.

Y finalmente se abrazan.

Para uno de ellos ese abrazo significará esperanza, para el otro solo dudas.

Poco a poco, sin saber muy bien cómo hacerlo, ni siquiera cuándo hacerlo, se van separando de nuevo. Pero mantienen sus manos juntas, como si ese tacto fuera el cordón umbilical de su relación." (Ibid., página 173).

Sintiendo en el corazón de ambos pues resuenan sus sentimientos, duelen sus reproches, matan los silencios y las noches que antes eran ternura, ahora son cuevas profundas de solitaria tristeza.

"Lo único que ya comparten sus dos cuerpos es espacio, pues sus futuros están a demasiada distancia." (Ibid., página 217).

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Podría escribir y escribir porque lo que he sentido lo he vivido y son heridas que se quedan para siempre. Incómoda lectura que además de rescatar el dolor del pasado extiende una leve sombra en el presente que puede hacerte temer por el futuro.

Pasados los días desde que lo terminé, más que nunca y de nuevo, me agarro a la magia, con el firme propósito de alimentarla día a día, creyendo en lo divertido, en lo nuestro... en lo único. Pues esa es la única manera en que sé amar.




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